lunes, 22 de agosto de 2016

El taparrabos no le queda bien a nadie:que no se ponga de moda la Ley de la Selva


Hola de nuevo, lopder@s.

Este post no va a ser jurídico: va a ser "reflexivo". Por casualidad me he encontrado con una noticia que me ha motivado para quitarme la bendita pereza del verano y ponerme delante del netbook a escribir.  La noticia la podéis ver aquí: http://tuoitrenews.vn/society/36591/tracking-devices-sold-used-openly-in-vietnam-despite-privacy-concerns .


privacidad, LOPD, GPS, espiar, ubicaciónSi te da pereza leer en inglés o, incluso, darle al traductor, te voy a contar de qué va: en Vietnam se están vendiendo a mansalva dispositivos de seguimiento que rastrean la ubicación de otras personas sin que éstas se enteren. Por lo que dice la propia noticia, el chismito tiene una buena demanda de esposas que lo utilizan para saber dónde andan sus mariditos. Unos reporteros hicieron un pedido de estos dispositivos y el pack no tardó en llegar: a los 3 días recibieron su paquete, lo pusieron en marcha y enseguida recibieron un link a un sitio chino que muestra la ubicación deseada. Sí: a un sitio chino. Por si fuera poco, el inventito este tan majo también funciona como grabadora; es decir: no sólo accedes a la ubicación del pobre espiado sin que se entere, es que encima puedes grabar y enterarte de lo que pasa a su alrededor.

Analicemos la situación:

1) Le ponemos una especie de chip a una persona sin su consentimiento (incluso con él o hasta con su aprobación, la cosa me parece más que cuestionable).
2) Nos enteramos de lo que pasa a su alrededor (que puede ser cualquier cosa: desde que nos enteremos de la fórmula de la Coca Cola hasta que conozcamos con pelos y señales la opinión de un ajeno sobre alguien).


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Dejando aparte las cuestiones legales que plantea esto (que no son pocas), vamos a pensar en las cuestiones éticas que se nos plantean: La primera palabra que se me viene a la cabeza es "confianza". Es una palabra que se está perdiendo, como los nombres clásicos tipo Agapito o Angustias. El problema no es que se pierda la palabra en sí, si no que se pierde el concepto. Y que se pierda el concepto es una tragedia; creo que cualquiera estará de acuerdo en esto conmigo. La confianza puede ser algo muy frágil y complicado de conseguir, casi como el último Horrocrux de Harry Potter. La confianza no se gana de un día para otro, hay que combinar paciencia, un poco de fe y mucho, mucho trabajo. La curiosidad humana es tan natural como el sol, pero nuestra condición humana hace que tengamos herramientas para ser racionales y controlar esa curiosidad. Esas herramientas son los valores. Los valores hacen que no le sises el juguete a tu compi en la guardería cuando empiezas a abrirte al mundo y a lo que significa compartir espacios, bienes y momentos. Los valores hacen que aparezca Pepito Grillo cuando tus instintos más básicos aparecen, y los sepas controlarlos. En definitiva: los valores hacen que abandonemos la Ley de la Selva. Cuando leo estas noticias, me siento como si estuviera en medio de la jungla, necesitando estar permanentemente alerta para no ser agredida. Antes las agresiones te venían de forma que las veías venir, ahora las agresiones son silenciosas: cualquiera puede atacar cosas tan importantes como nuestra libertad, nuestra intimidad y nuestra privacidad sin que nos enteremos. Hemos pasado de un poder incontrolado ostentado por lo que eran pseudo-Gobiernos, dictadores terribles o déspotas monarcas a que asumamos con naturalidad que empresas privadas sepan nuestros movimientos o lean nuestros emails. Ahora parece que damos un paso más: tu vecino, tu jefe, tu padre, tu novio o el panadero pueden instalarte unos ojos y unas orejas sin que te enteres. 


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Por cierto, casualmente también, leo con especial interés la entrevista publicada hoy en un famoso periódico digital al Juez Calatayud. Es imposible no haber oído hablar de este gran Juez, y debo confesar que le profeso una gran admiración, y más tras haber acudido a escucharle en algunas de sus ponencias. Me gusta la gente que habla claro, que no se anda con florituras, y el Juez Calatayud está en esa lista de personas que no usan eufemismos. Por esto, me causa simpatía además de la admiración que os comentaba. Poniendo esto por delante, tengo que ser sincera conmigo misma y confesar que hay cosas con la entrevista en las que no estoy de acuerdo, o al menos no del todo. El titular de la entrevista es: "Hay que violar la intimidad de nuestros hijos" y, si te paras a leer la entrevista, efectivamente, es lo que pone. Yo no creo que sea un buen mensaje inicial, aunque entiendo que, dado el contexto de la entrevista (Juez que habla desde la perspectiva de los casos que ha visto, la mayoría durísimos), entiendo que hay que leer esta frase dentro de situaciones pseudo-extremas. Yo no creo que haya que violar la intimidad de nadie de inicio y por las buenas; tiendo a pensar que para llegar a eso hay que haber explorado otras vías, e, incluso, podría hasta auto-rebatirme esta frase. Tampoco creo que esto signifique que tengas que ponerte el disfraz de amigo de tu hijo y soltar el lastre de ser padre; de hecho, esto me constó algún conflicto familiar propio con mis padres cuando, siendo adolescente, les explicaba que yo no podría contarles todo lo que pasaba por mi mente precisamente por eso, porque eran mis padres. Pero es que tampoco les contaba todo a mis amigos; creo que prácticamente todos gestionábamos la información casi calcando el método de Google Plus y sus círculos: filtrando qué y a quién llegaba la info. Considero que este ejercicio de autofiltro me sirvió para tomar consciencia de la importancia de mi privacidad y también considero que el complicado ejercicio de trabajar la confianza evita problemas futuros (no sólo legales, claro). La confianza me la enseñaron como valor en mi casa, pero el trabajo para mantenerla es autónomo al principio (y sabemos lo complicado que es, en general, ser autónomo) y después es una tarea en equipo. Y esto no es un sistema a desarrollar en espiral: es en cascada, dado que no se puede ir hacia atrás y poner parches en diferido a las necesidades y problemas que van surgiendo (esto es un guiño a los técnicos). En definitiva: si hemos aprendido que los problemas no se arreglan a guantazos, podremos entender que tampoco se arreglan invadiendo fundo ajeno. Neguémonos a entrar de nuevo en la Selva, que a nadie le queda bien el taparrabos, con toda sinceridad. :-P 
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Y hasta aquí llega el post de hoy; espero que os haya gustado. ¡Hasta la próxima!


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